El césped artificial de calidad no siempre es sencillo de encontrar, ya que en el mercado hay una cantidad enorme de productos, y para un ojo no experto es complicado distinguir cuál es mejor.
Por eso, vamos a dar una serie de pautas con el fin de que sea más sencillo adquirir un césped artificial que nos dé un buen resultado y que dure muchos años.
La marca es fundamental cuando vamos a adquirir césped artificial, por lo que conviene que nos informemos sobre el fabricante y eso es ahora muy sencillo gracias a internet.
Hay que ver lo que dicen otros clientes, si las características del producto están bien detalladas y si explica cómo se ofrece la garantía. Y lo mismo haremos con el distribuidor si no es el propio fabricante. Hay que buscar opiniones en la red y pedir que nos aclaren las condiciones de la garantía del producto que vamos a adquirir.
Una vez que sabemos que estamos ante una marca de buena calidad, lo siguiente es ver cómo son los hilos, que al final son el punto clave a la hora de saber si el césped es de buena calidad o no.
Para saberlo, nos pueden ayudar una serie de certificados y datos que nos proporciona el fabricante, como, por ejemplo, qué protección UV tiene, el certificado que nos dice que es ignífugo y cuánto tiempo mantienen el color los hilos.
De la misma manera, hay que asegurarse de que el césped no tiene metales pesados y hay que pedir certificaciones como RoHS o SGS. Otra de las cosas en las que nos vamos a fijar es en el grosor del hilo, el peso y en cómo están dadas las puntadas, tocando la superficie con el fin de experimentar la suavidad de la hierba.
Terminando este apartado, lo último es comprobar si el césped es brillante. Los buenos céspedes no lo son, pues unas hierbas que brillan denotan que son artificiales, cuando lo que se busca es que se vean naturales.
Si miramos césped artificial en cualquier tienda, nos daremos cuenta de que viene tanto con relleno como sin él. Esto no tiene que ver con la calidad, sino con el uso que se le vaya a dar. Así, el que se ha rellenado se suele colocar en zonas deportivas (por ejemplo, una pista de pádel o una de fútbol), ya que trae arena de sílice, fibra de coco o caucho a modo de relleno, con el cual se amortiguan las caídas.
El que viene sin ese extra está pensado para ser utilizado sobre maderas (se puede colocar encima del suelo de madera de una terraza) o en aplicaciones de paisajismo, como ocurre en los jardines, aunque si hay niños, quizá interesaría que sí tuviese relleno.
Los hilos o hierbas se afianzan a la base, a la cual se cosen y adhieren. Por norma general, la base es de látex o poliuretano y conviene que los puntos estén bien dados. De hecho, si nos es posible, estiraremos con fuerza de los hilos y probaremos si se han cosido bien.
La razón de hacer esto es que poco tiempo después de poner el césped y empezar a usarlo los hilos se van a desprender si no se han unido a la base de manera correcta, formando calvas que no son estéticas en absoluto.
Existen diferentes alturas de las fibras, y elegir una u otra opción depende de dónde se vaya a colocar el césped y de cuánto se vaya a utilizar. Las fibras más cortas suelen ser de menos de 20 mm y están pensadas con el fin de adornar como si fuesen una moqueta.
Conforme el uso sea más intensivo, las fibras deben ser más altas, pasando de los 40 mm si los niños van a jugar en césped o se va a hacer deporte. Además, es el que más se asemeja a la hierba natural y el que consigue que la pisada sea más cómoda.
Es fundamental buscar un césped artificial de buena calidad. Eso nos garantiza que va a durar, que no aparecerán calvas y que vamos a poder disfrutar de él sin que nos ocasione problemas, como ocurre con la hierba artificial demasiado barata.
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